Cómo hablar con sus hijas sobre la menstruación

La llegada de la menstruación es un momento trascendental en la vida de una niña. Algunas niñas reciben esas primeras gotitas de sangre con alegría o alivio, mientras que otras experimentan cierto desconcierto e incluso miedo.

Independientemente de la reacción, la llegada del primer período menstrual tiene el mismo significado para cualquier niña: es una prueba de que se está convirtiendo en mujer.

Como promedio, la mayoría de las niñas tienen su primer período entre los doce y los trece años de edad (aunque algunas lo hacen antes o más tarde). Pero, si usted espera a que a su hija tenga su primer período para hablar con ella sobre la menstruación, será demasiado tarde.

Entonces, ¿cómo hablar con su hija sobre la menstruación, proporcionándole no solo información, sino también consejos y apoyo antes de que llegue el gran día? O ¿qué decirle a su hijo? (Los niños también se hacen preguntas sobre este tema). Antes de hablar con sus hijos sobre la menstruación, es importante que usted tenga muy claro en qué consiste exactamente el proceso.

Sobre la menstruación

A principios del siglo XX, la menarquia (el término médico que se utiliza para referirse al primer período menstrual) tenía lugar entre los catorce y los quince años. Por diversas razones, incluyendo una mejor nutrición, actualmente las niñas empiezan a menstruar entre los diez y los dieciséis años. Pero la menstruación no consiste solo en tener el período. Es un indicador de que una chica puede quedarse embarazada.

Durante el ciclo menstrual, se liberan hormonas desde distintas partes del cuerpo para ayudar a preparar al organismo para el embarazo. Esa preparación se inicia cuando los ovarios (dos órganos de forma ovalada que se encuentran a ambos lados de útero o vagina) producen dos tipos de hormonas: el estrógeno y la progesterona. Estas hormonas desencadenan ciertos cambios en el endometrio (la capa de tejido que recubre el interior del útero). Luego otras hormonas segregadas por la hipófisis estimulan la maduración del ovocito (la célula reproductora femenina) y su liberación desde el ovario.

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La liberación del ovocito se denomina ovulación, y tiene lugar a medio ciclo –generalmente el día 14 de un ciclo menstrual típico de 28 días. Una vez liberado, el ovocito se desplaza desde el ovario hasta el útero a través de las trompas de Falopio (dos tubitos que conectan el útero con los ovarios).

Si el ovocito es fecundado por un espermatozoide, tardará de dos a cuatro días en descender por las trompas de Falopio y anidará en la gruesa capa del endometrio, muy irrigada de sangre, que recubre el interior del útero. Si no es fecundado, el ovocito empezará a degenerar, descenderán los niveles de estrógeno y progesterona, y el endometrio se desprenderá y se expulsará al exterior en forma de sangrado; este sangrado es lo que se conoce como menstruación o período.

Un ciclo menstrual dura desde el primer día de un período menstrual hasta el primer día del próximo período. El ciclo menstrual típico de una mujer adulta es de 28 días, aunque hay algunos que duran solo 22 y otros de hasta 45. La fase de sangrado del ciclo menstrual suele durar unos cinco días, aunque esto también puede variar. Durante un período una mujer elimina de dos a cuatro cucharadas (de 30 a 59 ml) de fluido menstrual.

Durante los primeros años de menstruación los ciclos menstruales a menudo son irregulares. Pueden ser más cortos (tres semanas) o más largos (seis semanas) de lo habitual, o una joven puede tener solo tres o cuatro períodos al año. La ausencia de menstruación se denomina amenorrea. Una joven debería ir al médico si todavía no ha menstruado con 15 años o tres años después de la aparición de los primeros signos de la pubertad.

Entonces, ¿cómo puede saber usted cuándo podría empezar a menstruar su hija? Probablemente usted será testigo de algunos cambios en el cuerpo de su hija que indican que se está acercando la menarquia. El desarrollo de los senos suele ser el primer signo de que una niña ha entrado en la pubertad y suele ir seguido del crecimiento del vello pubiano.

Aproximadamente un año después del inicio del desarrollo mamario, la mayoría de las niñas entran en una fase de rápido crecimiento: aumentan de estatura, su cuerpo se vuelve más curvilíneo y les crecen los pies. Luego, aproximadamente un año después del comienzo del estirón y aproximadamente dos años y medio después del inicio del desarrollo mamario, llega la menarquia.

Caracteres femeninos

El momento oportuno lo es todo

Probablemente es mejor que evite dar a sus hijos “la charla” sobre la menstruación. En lugar de ello, intente explicárselo en muchas conversaciones breves –enseñar cómo funciona el cuerpo humano debería ser un proceso continuo. Si no, al conceder demasiada importancia a una sola conversación, la información podría resultarles excesiva y agobiante. Cuando los niños se acercan a la pubertad, ya deberían saber qué les va a ocurrir a sus cuerpos.

Con solo dos años, los niños ya empiezan a hacer preguntas sobre su cuerpo, y sus padres deberían decirles la verdad, aunque el grado de especificidad de las respuestas debería depender del grado de madurez y de la capacidad de comprensión del niño.

A lo largo de toda la etapa infantil, los niños hacen muchas preguntas y cada una de ellas es una oportunidad que los padres deberían aprovechar para incrementar sus conocimientos. Así, no solo proporcionarán a sus hijos la información que necesitan cuando ellos la pidan, sino que también les demostrarán que están dispuestos a mantener ese tipo de conversaciones y que se sienten cómodos manteniéndolas.

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Pero tampoco es necesario que espere a que sus hijos le formulen preguntas para hablar con ellos sobre la pubertad y la menstruación. Idealmente, cuando un niño está a punto de entrar en la pubertad, ya debería tener pleno conocimiento de los cambios que se producirán en su cuerpo. ¿Por qué? Los niños prefieren aprender la mayoría de las cosas de boca de sus padres. Y usted puede tener por seguro que sus hijos comentarán esos cambios con sus amigos y/o oirán comentarlos en el colegio.

Proporcionando a sus hijos una información correcta, los padres pueden tener la seguridad de que están bien informados, lo que les permitirá reconocer cualquier información errónea o tergiversada. Los niños a menudo dan a ciertos aspectos de la pubertad –sobre todo a la menstruación- una connotación negativa, como si fuera algo malo o de lo que hay que tener miedo; y, si esa es la única información que reciben, será lo único que creerán.

También es importante que los padres den a la menstruación una connotación positiva. Si una madre se refiere a la menstruación como “una lata”, su hija podría hacerse una idea negativa de la experiencia. En lugar de ello, las madres pueden explicar a sus hijas que la menstruación es algo natural y una parte maravillosa de ser mujer. Después de todo, si no tuvieran la menstruación, las mujeres no podrían ser madres.

Explicar que todo el mundo es diferente también es fundamental. Por ejemplo, a su hija podría preocuparle que su cuerpo esté cambiando más deprisa o más despacio que el de sus amigas.

Aparte de entender en qué consiste la menstruación, las chicas necesitan familiarizarse con los artículos de higiene íntima femenina (toallas y tampones) y saber que a veces los períodos menstruales pueden resultar dolorosos, provocando espasmos o retortijones motivados por las contracciones de los músculos uterinos.

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Otro motivo de que los niños tengan que estar informados sobre la menstruación desde bastante pronto es que las niñas que mantienen relaciones sexuales se pueden quedar embarazadas antes de empezar a menstruar. A veces, la ovulación (la liberación de un ovocito desde el ovario) puede ocurrir justo antes de que una niña tenga su primer período. Esto significa que podría ser fértil y quedarse embarazada incluso antes de menstruar por primera vez.

Consejos para hablar con sus hijos sobre la menstruación

Del mismo modo que a algunos padres les da cierto apuro hablar con sus hijos sobre la menstruación, a los niños y adolescentes puede resultarles difícil explicarles a sus padres las dudas y preocupaciones que tienen sobre este tema. Si usted teme sentirse violento hablando sobre la menstruación con sus hijos, he aquí algunas pautas a seguir para que la charla resulte más fácil y fluida

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Busque buenos libros, vídeos o DVD didácticos sobre el tema, que pueden favorecer una conversación instructiva y distendida.
Pida consejo a su médico de familia sobre forma de hablar con sus hijos sobre la menstruación y la pubertad.
Documéntese sobre la menstruación y tenga a mano información gráfica o escrita para que puedan consultarla sus hijos.
Si hay alguna pregunta que le formulan sus hijos para la que usted no tiene respuesta, dígales que se informará al respecto y hágalo.
Coordine las charlas que mantenga con sus hijos con las clases sobre salud y educación sexual que reciben en su centro de estudios. Pregunte a sus profesores sobre el programa de estudios y pídales consejo.
Para romper el hielo, pruebe a hacer preguntas a sus hijos que podrían propiciar una conversación sobre el tema. Por ejemplo, ofrézcase a resolverles las dudas que puedan tener cuando pasen por el pasillo de los productos de higiene femenina en un supermercado o cuando vean un anuncio por televisión sobre un analgésico para aliviar el síndrome premenstrual.
Si oye a su hija mencionar algo relacionado con tener el período, propicie una conversación preguntándole dónde ha obtenido esa información. A menudo, las preguntas son una buena forma de identificar cualquier malentendido o idea errónea que pueda tener un niño.
Antes de llevar a su hija preadolescente a una revisión médica, coméntele que es posible que el médico le pregunte si ya tiene el período. Puede aprovechar ese momento para preguntarle si tiene alguna duda o hay algo que le preocupa sobre el hecho de que le venga la menstruación.
Es importante decirles la verdad sobre la menstruación a los niños, adaptando la información que se les da a su edad y capacidad de comprensión, y sentirse cómodo con el grado de precisión de la misma. No se escandalice ante las preguntas que le hagan sus hijos -probablemente son las mismas preguntas que tenía usted a su edad, y ahora usted puede responderlas.

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