Consecuencias físicas y psicológicas del aborto provocado o inducido

En múltiples ocasiones han acudido a mi consulta o me han pedido información por internet pacientes que desean provocarse el aborto, independientemente de los aspectos éticos, morales, legales y religiosos he decidido compartir esta información sobre las consecuencias físicas y psicológicas del aborto provocado e inducido

Posibles consecuencias médicas adversas

El aborto, además de terminar con el embarazo, y la existencia del embrión o feto ―según el caso―, no es una intervención exenta de riesgos para la madre. Aun así, según algunos estudios, los riesgos son menores que los de un parto normal. Algunos métodos abortivos, cuando se trata de procedimientos poco invasivos, tienen un bajo riesgo de complicaciones serias. Aun así el riesgo puede aumentar dependiendo de cuán avanzado esté el embarazo. Cuando el aborto es inducido por la misma paciente, los porcentajes de complicación siempre serán elevados 80 % o más.

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Riesgos físicos

– El aborto por succión, legrado, o aspiración, puede causar: infección, trauma de cérvix, peritonitis, endometritis, laceración o perforación del útero, hemorragia, trauma renal, inflamación de la pelvis, embolismo, trombosis, esterilidad, etc.

– El aborto por dilatación y curetaje presenta los mismos riesgos que el método anterior, además de perforación uterina, hemorragia, infección del tracto genital, laceración intestinal, absceso pélvico y tromboembolismo.

– El aborto por dilatación y evacuación tiene los riesgos descritos para todos los sistemas anteriores, además de infección pélvica, renal, de la cérvix e infección peritoneal. Además, puede provocar que la mujer tenga futuros embarazos ectópicos, o bebés con peso por debajo del normal, o incluso nacidos muertos, o con serias malformaciones.

– Un aborto por inyección salina tiene por posibles consecuencias, la ruptura del útero, embolismo pulmonar o coágulos intravasculares

– El aborto mediante la suministración de prostaglandinas puede provocar la ruptura del útero, sepsis, hemorragias, paro cardíaco, vómito y aspiración de este, embolia cerebral y fallo renal agudo.

– El aborto mediante extracción menstrual, que se practica solo en las primeras siete semanas del embarazo, es un método que no discrimina entre que la paciente esté embarazada o no, actuando en ambos casos. Además, puede realizarse solo una aspiración incompleta, que conllevará una posterior infección.

– El aborto por nacimiento parcial conlleva serios riesgos de ruptura o perforación del útero, lo que podría causar una hemorragia y terminar en una histerectomía ―extracción del útero―

Además se han descrito otras consecuencias:
– Daños causados a las trompas de Falopio si se presenta una infección.
– Partos complicados y aumento del número de abortos espontáneos.
– Aumento de la tasa de nacimientos por cesárea, y partos prematuros (anteriores a las 32 semanas de gestación).
– Placenta previa, la cual hace necesaria una cesárea para salvar la vida de la madre y su hijo.
– Isoinmunización ―inmunización contra la sangre de otra persona― en pacientes Rh negativo.

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Riesgos psicológicos

Para la mayoría de las mujeres, la decisión de tener un aborto es difícil. El Royal College of Psychiatrists, la principal organización profesional de psiquiatras del Reino Unido, afirma que el asunto de la relación entre aborto provocado y los efectos sobre la salud mental de la madre no está del todo resuelto. Existen algunos estudios que no encuentran consecuencias negativas, y otros que sí.

Por tanto, como el aborto voluntario quizás podría suponer un riesgo para la salud mental de las mujeres, recomienda que se asesore convenientemente sobre estos riesgos a quienes deseen abortar.

La National Abortion Federation estadounidense sostiene que, científicamente, no existe evidencia de un estrés posaborto a largo plazo, ni de depresión ni ansiedad ni de ninguna otra enfermedad psicológica, concluyendo que el mayor estrés es previo al proceso, e indicando que la gran mayoría de las mujeres afirman experimentar una posterior situación de alivio.

Por el contrario, un estudio publicado en el Journal of Child Psychiatry and Psychology y financiado por el gobierno de Nueva Zelanda determinó que el 42 % de las mujeres bajo seguimiento que abortaron antes de los 25 años sufrían de depresión; esta cifra es el doble de las que nunca estuvieron embarazadas, y 35 % mayor que quienes decidieron seguir con su embarazo. El mismo estudio estableció que aquellas que abortaron eran dos veces más propensas a beber alcohol a niveles peligrosos que aquellas que no lo hicieron, y tres veces más propensas a depender de drogas ilícitas.

En 2008, el British Journal of Psychiatry publicó un estudio que concluye que el aborto intencionado aumenta la probabilidad de sufrir trastornos psíquicos.

En 2011, The British Journal of Psychiatry publicó un estudio de Priscilla K. Coleman en el que se concluye que el aborto aumenta el riesgo de padecer problemas mentales en las mujeres que lo practican.

Algunos proponen que los efectos psicológicamente adversos del aborto deben ser referidos como una condición especial llamada síndrome posaborto. Sin embargo, la existencia de este síndrome no ha sido reconocida por ninguna organización médica o psicológica, y algunos médicos y partidarios pro-elección han argumentado que la idea de popularizar este “síndrome post aborto” es una táctica usada por partidarios pro-vida por razones políticas.

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