Causas del dolor durante el coito

La mayoría de las mujeres han sentido alguna vez molestias o dolor durante las relaciones sexuales, aunque a menudo no se han atrevido a comentarlo abiertamente con su ginecólogo. Existen muchas posibles causas, que deben aclararse, porque si el problema se mantiene durante mucho tiempo, aparece un nuevo enemigo: el miedo a sentir dolor, que empeora notablemente la calidad de las relaciones.

Las características del dolor varían según la causa, que puede ser de origen psicológico (aunque el dolor sea físico y real) o de origen orgánico (infecciones, enfermedades, malformaciones, etc.).

Vaginismo

Es una contracción involuntaria de los músculos que existen en la entrada de la vagina. Un vaginismo ligero y ocasional es normal cuando, por alguna razón, la relación que se está manteniendo no es del todo deseada (el cuerpo tiene sus formas de protestar). Pero en algunas mujeres el vaginismo es un problema acusado, que impide el coito, ya sea con una pareja en concreto o en todas las relaciones sexuales.
La causa puede ser un mal inicio, porque la mujer tuvo miedo a sufrir dolor en su primera relación (esta idea todavía se trasmite entre las amigas), porque la relación no fue del todo deseada o porque el hombre no se tomó el tiempo suficiente para que ella alcanzara un grado de excitación y lubricación necesarios para una relación placentera.

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Posparto

La experiencia vivida en el parto influye mucho en la calidad de las primeras relaciones sexuales después de este. Así, las mujeres que han tenido un parto traumático pueden estar temerosas ante la posibilidad de volver a ser tocadas en los genitales. Si les han practicado una episiotomía, es bastante probable que los primeros intentos de penetración sean dolorosos y que el coito resulte al principio una experiencia desagradable.
Durante un tiempo es mejor que la pareja disfrute del intercambio de caricias y las demostraciones de amor. Para la mujer, un rato de sueño, por ejemplo, puede ser ahora mucho más importante que una relación sexual.
Los encuentros sexuales se pueden ir retomando poco a poco, con paciencia y comprensión mutua por el estado emocional del otro. Con el tiempo, el periné recupera la elasticidad y las cicatrices se cierran y se ablandan (el proceso se puede acelerar con una crema cicatrizante), y las relaciones vuelven a ser placenteras. En caso de sequedad vaginal, se puede usar algún producto lubricante.
Algunas mujeres, sin embargo, encuentran el tiempo del posparto como uno de los más sensuales de su vida y disfrutan desde muy pronto del intercambio sexual con su pareja. Lo importante es dejarse llevar por las necesidades de cada uno y, sobre todo, ser capaces de hablar de ellas con sinceridad.

Congestión pélvica

La retención de sangre en las venas de la pelvis provoca dolor en esa zona durante las relaciones sexuales y una sensación de peso y malestar que se acentúa en los días antes de la regla. Esta congestión puede estar causada por un problema circulatorio (con frecuencia la mujer también tiene varices en las piernas) o puede deberse a una anorgasmia.
Cuando de forma continuada no se tienen orgasmos, la sangre que afluye a la pelvis durante la excitación se estanca, dilatando las venas. Las molestias mejoran con ejercicio físico y con baños fríos, pero es importante consultar con un especialista.

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Sequedad vaginal

La menor producción de secreciones vaginales es común en el posparto, cuando se toman ciertos fármacos o anticonceptivos orales y, sobre todo, en la menopausia.
En general, la estimulación sexual puede hacer que la mujer acabe logrando una lubricación suficiente para evitar las molestias. Cuando esta no basta, se puede usar un lubricante y, si es necesario, el médico puede recomendar una terapia con hormonas, por vía oral o local (crema u óvulos).

Endometriosis

Es una enfermedad en la que el tejido del interior del útero, llamado endometrio, está en cúmulos en otros lugares (ovarios, trompas, etc.), y produce dolor durante la regla y las relaciones sexuales. Lo más típico es que duela al fondo de la vagina, en la zona pélvica o hacia el recto. Se trata con fármacos o con cirugía.

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Problemas intestinales

Una inflamación del intestino (por colitis ulcerosa, enfermedad de Crohn), un estreñimiento muy intenso u otras enfermedades intestinales (infecciones, gases, etc.) pueden causar un dolor profundo durante el coito.
También las hemorroides internas provocan un dolor hacia el ano. Estas molestias remiten cuando se aplica el tratamiento adecuado.

Infecciones

Las infecciones por herpes en la vulva pueden producir un dolor quemante durante el coito y ante el más mínimo roce. Las infecciones de ovarios y útero causan dolor en el fondo de la vagina o en la zona baja del abdomen (estas pueden acompañarse de flujo de un color u olor diferente a lo habitual). La infección de orina también puede producir un dolor similar (además de micción frecuente y escozor al orinar). Siempre que el dolor se acompañe de otro síntoma, hay que acudir al médico.

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Dónde acudir

Lo mejor es acudir en primer lugar a la consulta del ginecólogo, quien realizará una exploración de la vulva, la vagina y los órganos internos para descartar problemas anatómicos, infecciones, etc. Si lo cree oportuno, realizará una ecografía para ver si existen signos de malformaciones, endometriosis, etc. Cuando existe vaginismo, el médico puede aprovechar para explicar dónde se encuentran los músculos vaginales y hacer tomar conciencia a la mujer de cuándo los tiene contraídos y cuándo relajados.

Cómo se tratan

Las causas físicas se solucionan con fármacos o cirugía, según el caso. Cuando hay un problema de vaginismo se aconseja una visita a un psicólogo o un sexólogo, quien puede ayudar a solucionar este trastorno en pocas sesiones. En algunos casos, basta con mejorar el conocimiento del propio cuerpo, dejar durante un tiempo de centrar la relación sexual en el coito y disfrutar de las caricias y del contacto con la pareja.